Tengo que reconocer que al principio el título me dejó un
poco descolocado, pero según avanzas en la lectura ves que refleja
perfectamente el principal asunto de la novela. Todos alguna vez hemos
traspasado esa línea que separa el bien del mal, y si no lo hemos hecho, seguro
que nos faltó poco para hacerlo y pudimos echarnos para atrás en el momento
exacto. Y una vez que la pasas, unos tienen la fuerza y el tesón para volver al
“camino recto”, por así decirlo, pero otros caen y no son capaces de salir.
“La marca del
meridiano”, nos muestra lo fácil que es traspasar esa línea, caer en la
tentación del dinero fácil, en vivir más allá de nuestras posibilidades y de
una manera tan sencilla pero a la vez peligrosa.
En esta séptima entrega, Bevilacqua, Chamorro y Arnau tendrán
que investigar el caso de un guardia civil retirado que apareció colgado en un
puente. Además se da el caso de que este guardia civil fue compañero de
Bevilacqua cuando éste empezó en el Cuerpo, es decir, que fue su maestro en muchos
aspectos.
A partir de la investigación se nos irá abriendo un mundo de
corrupción, delincuencia y prostitución que a Bevilacqua le traerán muchos
recuerdos de sus comienzos en la Guardia
Civil.
Muchos diálogos, referencias continuas a la actualidad como
el paro juvenil, la falta de créditos, la situación de los soldados españoles
en Afganistán, el nacionalismo catalán, que se irán intercalando con las pesquisas
de los protagonistas, lo que hace que nos encontremos con una lectura amena y que
desde luego no deja indiferente, o por lo menos a mí me lo parece.
Y si a esto le unimos la posibilidad de conocer
algo del pasado de Bevilacqua, un pasado en el que estuvo a punto de pasar esa
línea a la que me he referido al principio, le da un toque interesantísimo a
esta novela. El momento confesión de Bevilacqua a Chamarro es fantástico, no os
lo perdáis.
La aparición del brigada López de asuntos internos me parecen genial, no quiero desvelar mucho,
pero tengo la sensación que este personaje va a aparecer en otras novelas de la
saga. A lo mejor me confundo, pero aunque Bevilacqua insista que ya está viejo,
creo que le queda mucho recorrido.
Tengo que decirlo, hasta ahora todo lo que he leído de
Lorenzo Silva me ha gustado, incluida esta última novela. Creo recordar en este mismo blog, un debate sobre el Premio Planeta, no voy a entrar en este asunto, no sé si el premio es marketing y no sé si el premio es merecido a no, sólo puedo decir que me parece una buena novela y que hará
pasar un rato entretenido. ¿Qué más se le puede pedir?
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