En Miércoles, Juan Berrio nos traslada a un día cualquiera en la vida de una comunidad de vecinos algo peculiar, el matrimonio mayor al que le daría pereza volver a tiempos pasados pero que añora la actitud de los más jóvenes, la pareja de tortolitos que nunca hablan de nada pero siempre se dedican un cariñín o un cielito, el solterón que nunca encontró a su media naranja pero sólo porque no existen las medias naranjas, la portera que vive con su hijo y del que se siente más que orgullosa pues heredó de ella su instinto e inteligencia, las vecinas que no se aguantan, se envidian y se critican para sí pero que, si preguntan, se llevan de maravilla pues así es como tienen que llevarse las vecinas. Ahora que lo pienso, lo que viene siendo lo normal en un edificio cualquiera, no?. Así, a partir de pequeñas anécdotas, se va dibujando el día, pero también las personalidades y las relaciones entre estas personas a las que se les van uniendo personajes secundarios como la joven que viaja sola y le encanta hacer y que le hagan fotos, la niña y el señor que siempre se cruzan en el mismo sitio cuando sacan a pasear a sus perros o la señora indecisa que vive enamorada pero no acierta a saber de quién. Una historia redonda que empieza como acaba, en un círculo perfecto.
Patri.
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